La ciencia de la alimentación ha evolucionado de la misma manera en la que el ritmo de la investigación científica ha centrado su accionar en determinar la relación de la buena salud con la alimentación, lo que ha propiciado cambios importantes en la dieta de los humanos y, como resultado, la esperanza de vida se ha incrementado por lo menos a la de dos generaciones anteriores a la nuestra.
Tanto se ha avanzado que es un axioma el hecho de que “la salud y la enfermedad entran por la boca” o “somos lo que comemos” y, ciertamente, vivimos más y se espera que las próximas generaciones podrán ser más longevas.
Uno de los aprendizajes de los últimos 30 años está relacionado con la seguridad alimentaria, vista esta desde todos los puntos de vista, como la seguridad, la inocuidad y otras variables relacionadas con la salud.
Un alimento es seguro si no le hace daño al que lo consume, si contiene los nutrientes y micronutrientes indispensables para sostener la vida con calidad.
Se ha determinado mediante numerosos estudios que los alimentos muy procesados hacen daño a la salud, lo que ha llevado a conclusiones tan severas como las de restringir su consumo porque al perder su esencia hacen más mal que bien a la salud de quien lo consume.
Es así como surge el gran consumo de los alimentos integrales, los cuales nos devuelven a la etapa original de su consumo, es decir, los cereales cuando fueron integrados a la dieta eran de manera natural, sin ningún tipo de proceso que limitaran sus propiedades nutritivas: el arroz, trigo, cebada, avena, centeno, maíz, todos son ricos en fibras, folatos, vitaminas del complejo B, hierro, selenio, potasio y magnesio.
Estas propiedades hacen de los cereales integrales alimentos seguros. Sin embargo, existen ciertos riesgos con algunas de las ofertas llamadas integrales, porque como están de moda, algunos productos no son “íntegros”. El afán de lucro se convierte en atentado a la salud con bastante frecuencia.
Todos los alimentos que se elaboran para la venta a la población están sujetos a normativas nacionales e internacionales, que provienen del Codex Alimentarius, el organismo de la FAO y la OMS, encargado de elaborar las normas de los alimentos y los medicamentos.
Uno de los productos más consumido es el pan integral, para lo cual existe una norma. El pan que nos venden no es totalmente integral por varias razones: se le añade harina en la mezcla, porque la norma dominicana lo permite, pero el pan integral debe contener granos enteros cien por ciento según la norma internacional para que sea ciertamente integral.
Habría que averiguar si en el país se aplica la norma del pan integral, y si existe una vigilancia para su cumplimiento.
Otro detalle es el color, porque el trigo es marrón, se crea la percepción de que todo lo integral es de ese color, y muchas veces el tono se logra con colorante.
La norma del pan integral es la NORODOM 197. ¿Se aplica la norma? ¿Quién la hace cumplir?
Por: ALTAGRACIA PAULINO
Fuente: https://hoy.com.do/son-seguros-los-alimentos-integrales/
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