
Los humanos y sus ancestros antiguos no solo han estado comiendo carbohidratos durante más tiempo de lo que sabíamos, sino que un nuevo estudio encuentra que esos alimentos almidonados podrían en realidad haber tenido un rol en el crecimiento del cerebro humano.
Un estudio reciente que investigaba la historia del microbioma oral humano encontró que los neandertales y los humanos antiguos se adaptaron para comer alimentos almidonados hace al menos 100,000 años, mucho antes de lo que se pensaba.
«Creemos que estamos viendo evidencias de una conducta de verdad antigua que podría hacer sido parte de la encefalización, es decir, del crecimiento del cerebro humano», señaló la investigadora Christina Warinner, de la Universidad de Harvard. «Es evidencia de una nueva fuente de alimentos que los humanos tempranos pudieron aprovechar en la forma de raíces, verduras almidonadas y semillas».
El microbioma oral es una comunidad de microorganismos en la boca. Ayudan a proteger de la enfermedad y fomentan la salud.
Los hallazgos forman parte de un estudio de siete años que implicó la colaboración de más de 50 científicos internacionales.
Reconstruyeron los microbiomas orales de neandertales, primates y humanos, lo que incluyó a un neandertal de 100,000 años de antigüedad, con lo que se cree que es el microbioma oral más antiguo que jamás se ha secuenciado.
Los científicos analizaron la placa dental fosilizada de los humanos modernos y de los neandertales, y entonces los compararon con los de chimpancés y gorilas, los parientes primates más cercanos de los humanos, y con los de monos aulladores, un pariente más distante.
Se analizaron genéticamente miles de millones de fragmentos de ADN preservados en la placa fosilizada, para reconstruir sus genomas.
A los investigadores les sorprendió encontrar cepas de bacterias orales que están especialmente adaptadas para descomponer el almidón. Estas bacterias, del género Streptococcus, tienen la capacidad exclusiva de capturar enzimas que digieren a los almidones de la saliva humana para alimentarse. La maquinaria genética que utilizan para hacerlo solo está activa cuando el almidón forma parte de la dieta regular.
Los neandertales y los humanos antiguos tenían estas cepas adaptadas al almidón en su placa dental, pero la mayoría de los primates no tenían casi nada.
«Parece ser un rasgo evolutivo específico muy humano, que nuestros Streptococcus adquirieran la capacidad de hacer esto», comentó Warinner en un comunicado de prensa de la Harvard.
Los hallazgos aparecen en la edición del 10 de mayo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los investigadores señalaron que los hallazgos tienen sentido, porque para las sociedades de cazadores y recolectores de todo el mundo, los alimentos ricos en almidón, como las raíces subterráneas, los tubérculos como las papas y los frutos secos y las nueces eran fuentes importantes y fiables de nutrición.
El cerebro humano requiere glucosa como una fuente de nutrientes y la carne sola no es suficiente, apuntó Warinner. El almidón conforma alrededor de un 60 por ciento de las calorías que los humanos consumen en todo el mundo.
«Su disponibilidad es mucho más predecible a lo largo de la temporada anual para los cazadores y recolectores tropicales», apuntó el coautor del estudio, Richard Wrangham, profesor Ruth B. Moore de antropología biológica de la Harvard. «Estos nuevos datos tienen mucho sentido para mí, y refuerzan una perspectiva más reciente sobre los neandertales, de que su dieta era mucho más parecida a la de los sapiens de lo que se pensaba, [lo que significa] que era rica en almidón y cocinada».
La investigación también identificó 10 grupos de bacterias que han formado parte del microbioma humano y de los primates durante más de 40 millones de años, y que todavía se comparten hoy en día. Se sabe relativamente poco sobre ellas.
El microbioma oral de los neandertales y de los humanos de hoy en día eran casi indistinguibles. El estudio muestra el poder de analizar los minúsculos microbios que viven en el cuerpo humano.
«Muestra que nuestro microbioma codifica información valiosa sobre nuestra propia evolución, que a veces nos da pistas de cosas que de otra forma no dejan ningún rastro», añadió Warinner.
Fuente: Healdth Day
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