Vida y Estilo

Faldas: la historia de la pieza que es sinónimo de sofisticación eterna

Las faldas se han convertido en una de las prendas más longevas en la historia de la civilización humana. Con el transcurrir de los siglos, legendarios diseñadores nos han deslumbrado con magnificentes creaciones que marcaron un antes y un después en el modo de vestir. En ese aspecto cabe destacar que dicha pieza no siempre ha pertenecido al guardarropa femenino, ya que en la antigüedad los hombres solían llevarla, pero a medida que las sociedades y la cultura iban evolucionando esto lentamente se fue perdiendo.

La prenda en cuestión se esforzó por sentar un precedente en El Antiguo Egipto, pero verdaderamente fue en el período renacentista cuando el vasto interés de la sociedad por la anatomía humana provocó que el vestido comience a deconstruirse, percibiendo una mayor cantidad de prendas y ocasionando que las faldas, que por ese entonces eran amplias y ceñidas en la cintura, luzcan como un ítem separado del atuendo. Así pues, las maxifaldas fueron el primer modelo que se dispuso a enfundarnos en una opulencia inequívoca en esta época, adquiriendo un volumen descomunal a finales del Renacimiento o incorporando una estructura de aros, denominada crinolina, en la segunda mitad del siglo XIX.

Grace Kelly luce una falda midi en 1945.© Archive Photos Grace Kelly luce una falda midi en 1945.

El padre de la Alta Costura, Charles Frederick Worth, fue el encargado de reinterpretar estas piezas, tornándolas planas por delante y corpulentas por detrás. Décadas más tarde, en 1913, los diseños de faldas firmados por Paul Poiret se observaban notablemente más ajustados, mientras que el bajo simétrico y las faldas escalonadas estaban a la vanguardia en 1925, la casa berlinesa Jacob Hobe los creó especialmente para la corresponsal y modelo de Vogue Lee Miller. A mediados de los años cuarenta reconocidas diseñadoras como Edith Head y Helen Rose esbozaron sofisticados atuendos para la mayoría de las películas icono de Hollywood, uno de los más recordados es el traje con falda tubular que lució la actriz Kim Novak en el filme Vértigo o los modelos amplios con los que deslumbraba Grace Kelly.

Christian Dior catapultó voluminosas faldas plisadas –notablemente más extensas que en los años anteriores– en su colección de 1947 titulada Corolle, en la que el Traje Bar siempre será recordado por establecer un nuevo orden en la moda, que la editora Carmel Snow atribuyó el nombre de New Look en referencia a la silueta creada por el couturier. El legendario diseñador español Cristóbal Balenciaga fue responsable por las faldas globo, y en 1979, Jean Paul Gaultier lanzó una colección en la que destacaron las minifaldas de cuero.

Durante los años ochenta la prenda perdió parte de su protagonismo frente a la supremacía de los vestidos y la estética casual o deportiva. No obstante, Christian Lacroix se empeñó en subir a la pasarela faldas globo, el mítico director creativo alemán conjugó en las colecciones de Chanel trajes de chaqueta en colores extravagantes, Azzedine Alaïa conquistó con faldas de cuero y Oscar de la Renta introdujo modelos tubulares para una mujer poderosa que poco a poco se abría camino en un mundo laboral dominado por hombres.

Colección Prêt-à-porter otoño-invierno 1983/84 de la maison francesa Chanel.© Daniel SIMON Colección Prêt-à-porter otoño-invierno 1983/84 de la maison francesa Chanel.

Al ritmo de Papa Don’t Preach Madonna vestía extravagantes outfits con minifaldas de tul o de cuero por sobre calzas y medias de encaje, algo que el grupo inglés Banarama sabía imitar a la perfección al inclinarse por una paleta cromática escandalosa. Fiel a su estilo, Lady Di sabía conquistar a su audiencia a través de faldas midi blancas, plisadas, a lunares o con estampados de flores, mientras que a mediados de la década del noventa Alicia Silverstone interpretaba a Cher en Clueless y nos sorprendía con una minifalda de tartán amarillo vibrante en un total look del mismo tejido.

A comienzos del dos mil la diseñadora estadounidense Donna Karan decidió incorporar elementos sensuales como transparencias en las faldas, lo que nos hace remontarnos a los looks de Reese Witherspoon en Legalmente Rubia que se debatían entre colores extravagantes, faldas ceñidas al cuerpo y aberturas. Unos años más tarde dicha estética se vería opacada por maxifaldas de estilo boho que reinaban entre celebridades como Sienna Miller, Mary Kate & Ashley Olsen y Kate Moss. En esta década también estuvieron en auge las minifaldas extremadamente cortas a juego con cinturones, los modelos de satén firmados por Bottega Veneta o las faldas tubo de líneas minimalistas en Lanvin.

Faldas midi en la colección primavera-verano 2013 de Miu Miu.© Chris Moore/Catwalking Faldas midi en la colección primavera-verano 2013 de Miu Miu.

La colección otoño-invierno 2010 de Louis Vuitton nos adentró en el fascinante universo de las faldas midi, un corte que aún diez años después continua ejerciendo una influencia sumamente relevante. En 2013 Miu Miu presentaría una colección repleta de faldas en denim oscuro y de cuero blancas, a la par que la maison francesa en la pasarela primavera-verano 2016 proyectaría faldas midi de encaje, y en las temporadas más recientes firmas como Alberta Ferretti, Givenchy, Fendi, Altuzarra y Gucci nos han enamorado con decorados de pliegues, pallietes, aberturas y patrones naif.

Indudablemente las faldas han sido una de las prendas insignia del street style mundial, conquistando a insiders y prescriptoras de estilo por igual en cada una de las capitales de la moda. En los años recientes, figuras como Anna Wintour, Olivia Palermo y Victoria Beckham demostraron lealtad a las faldas midi, y de hecho una de las más recurrentes han sido las faldas midi plisadas, que aún entre maxifaldas románticas, minifaldas vertiginosas y faldas asimétricas no han perdido el sello que las distingue.

Historia de las minifaldas

La colección de minifaldas de André Courrèges en 1968.© Bill Ray La colección de minifaldas de André Courrèges en 1968.

Qué decir de una pieza que temporada tras temporada consigue enamorarnos con su oda a la liberación, y que sin importar cuáles sean las tendencias que los diseñadores decidan subir a la pasarela, nosotras siempre estaremos dispuestas a enfundarnos en nuestro modelo predilecto. Si bien existen diversas opiniones acerca de quién es el inventor de la minifalda, Mary Quant, John Bates, André Courrèges o Jean Varon, en 1964 este corte causó sensación en las generaciones más jóvenes al arremeter con un modelo de líneas sencillas pero en una paleta cromática vigorosa y enérgica.

Las minifaldas de la década del sesenta también se vieron influenciadas por uno de los contextos más revolucionarios en la historia de la moda, el fenómeno de The Beatles, el deseo de libertad, la sexualidad y la corriente futurista, lo que impulsó que se crearan faldas en telas de plástico, metalizadas, vinilo o metales de acuerdo a Paco Rabanne en 1967. Como no podían ser más cortas en aquel entonces, esto generó que algunos diseñadores se vuelquen hacia las midi y las maxifaldas.

Minifaldas estructurales en la colección otoño-invierno 2016 de Balmain.© Catwalking Minifaldas estructurales en la colección otoño-invierno 2016 de Balmain.

Con el correr de los años volvieron a estar en el centro de la industria, en la década del ochenta Thierry Mugler diseñó un traje con una chaqueta y falda ajustada por encima de la rodilla, en los noventa la maison francesa nos acercó minifaldas de tweed en tonalidades vivaces y a comienzos del 2000 fue el momento it para las minifaldas de mezclilla. En 2011 Loewe introdujo una versión en Línea A y en las colecciones otoño-invierno 2016 de Balmain e Isabel Marant los diseñadores abogaron por las minifaldas estructurales, de color negro y con cierres al frente.

Historia de las faldas plisadas

Un diseño de falda midi plisada en 1972.© Henry Clarke Un diseño de falda midi plisada en 1972.

El plisado es una de las técnicas que se ha estado desenvolviendo desde El Antiguo Egipto hasta los días actuales. A priori, los egipcios solían llevar túnicas plisadas e incluso la misma Nefertiti ostentaba vestidos confeccionados en lino con pliegues muy bien definidos. Durante el período clásico los linos de los vestidos continuaban siendo plisados pero no fue hasta que los hombres del Renacimiento, a partir de 1450, empezaron a lucir faldas plisadas por encima de las rodillas, que dicha técnica alcanzaría a esta pieza. El último duque de Borgoña, Carlos I, era uno de los que solía incorporarlas en su vestimenta.

El esplendor tuvo lugar en la década del veinte de la mano de Jean Patou, quien creó plisados de crepé y gracias a  los modelos de punto con finos pliegues de la diseñadora francesa. La falda plisada adquiere cada vez más importancia en la vestimenta femenina y sin lugar a dudas se había convertido en el objeto de deseo de las mujeres de la época. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial estalló y con ella, las normas de racionamiento causaron que se abandonaron en pos de modelos más sencillos.

Su retorno aconteció en la década del setenta de la mano de la diseñadora inglesa responsable por la minifalda y Bill Blass en Estados Unidos, aunque luego perdió notoriedad en los años venideros hasta que en la última década consiguieron instalarse en el fondo de armario.

Historia de las faldas midi

La modelo Suzy Parker con un atuendo firmado por Christian Dior en 1952.© Horst P. Horst La modelo Suzy Parker con un atuendo firmado por Christian Dior en 1952.

Una de las primeras faldas midi que se ha vislumbrado en la historia de la moda fue a finales del Siglo XIX. Era un modelo abotonado en una tonalidad marrón de línea A que se aunó a una chaqueta de cintura de avispa, lo que denotaba que en aquellos tiempos la mujer fue incorporando poco a poco prendas para practicar deportes y moverse con mayor libertad.

El auge de la falda midi aconteció en reacción a la necesidad de las mujeres de llevar atuendos cómodos que les permitieran efectuar tareas que antes eran llevadas a cabo por hombres, que en ese momento se encontraban en la Primera Guerra Mundial. Se trataba de faldas abotonadas, con un dobladillo ancho, rígidas, de línea trapecio y austeras por el contexto internacional.

En la era del jazz las faldas midi experimentaron el auge propio de la liberación femenina, acompañado por los diseños del legendario diseñador francés Paul Poiret, quien estaba en escena desde la fundación de su maison en 1903. Aún así, también había modelos amplios que rebosaban femineidad, ornamentados con encajes, delicadas flores, franjas de colores o estampados geométricos. En los treinta, una época marcada por la gloria de Hollywood, las faldas se situaban por debajo de las rodillas, con tablas y pliegues sin marcar, de satén rectas a principios de la década y luego algo más estrechas.

En aquellos tiempos sombríos de la Segunda Guerra Mundial, la falda evasé, en algunos casos de fina lana de color verde o marrón apagado, era la que más se llevaba. En 1941 la austeridad forzó a la industria a adaptarse a la escasez de materiales frente a una presión social que los obligaba a abandonar el esplendor previo y aquí es cuando las faldas se elevan hasta apenas cubrir las rodillas. El legendario couturier francés, una década más tarde, crearía faldas tubulares por debajo de la rodilla y en la era de la minifalda lograron ser tan populares como éstas, confeccionadas en lana y con diseños rayados o de patchwork.

Historia de las maxifaldas

La casa italiana Missoni y sus legendarias maxifaldas en 1975.© Hulton Archive La casa italiana Missoni y sus legendarias maxifaldas en 1975.

La maxifalda es la más antigua de todas, haciéndonos viajar en el tiempo hasta las civilizaciones minoicas del año 1600 a.C, momento en el que se denotaba un corte acampanado, de estructura rígida con capas ribeteadas y confeccionado en pieles. Aunque quizás el surgimiento de esta prenda esté condecorado, una vez más, por la moda Renacentista. El verdugado surge en España en 1470, en formato de una falda acampanada y armada con aros a los que se los denominaba verdugos, que en un primer primer momento estaban a la vista y luego se colocaron en el interior.

Un siglo más tarde surgiría el verdugado francés, lo que le desencadenaría un volumen colosal en las maxifaldas y a medida que el tiempo pasaba éstas eran cada vez más amplias, ornamentadas con pliegues, frunces y una abertura por delante para ostentar el delantero de saya. El punto álgido de este corte tuvo lugar a principios del 1600 en Francia, con una aristocracia considerada como el centro de la moda europea y maxifaldas que incorporaban un esplendoroso guardainfante. Esta estructura les permitía adquirir un efecto mesa que por primera vez dejaba entrever el calzado. En el mientras tanto en España predominan las faldas acampanadas y la clase media vestía modelos mucho menos ostentosas, que tenían un bajo hasta los tobillos y una línea A notablemente sencilla.

El inicio del Barroco trajo consigo piezas ligeramente menos estructurales que en el período anterior, aunque no por ello simples, ya que continuaban siendo amplias. La prenda en cuestión estaba compuesta por una enagua y una falda exterior de seda o satén, que se debatía entre modelos con pliegues suaves que buscaban aminorar el volumen u otros algo más abultados. El declive de la falda tuvo lugar a finales del siglo XVII con el establecimiento del vestido como pieza protagonista.

Alberta Ferretti presentó maxifaldas inspiradas en el Renacimiento en la colección otoño-invierno 2015.© Victor VIRGILE Alberta Ferretti presentó maxifaldas inspiradas en el Renacimiento en la colección otoño-invierno 2015.

En la segunda mitad del siglo XIX, la falda volvió a separarse del resto de las piezas, y la crinolina o miriñaque, una estructura con aros se popularizó con el objetivo de esbozar faldas exuberantes revestidas por tafetanes, muselinas, encajes y tules. Las largas colas se preparaban para dar paso a las faldas con polisón y justamente fue el precursor de la alta costura quien introdujo la falda plana por delante y excesivamente voluminosa por detrás, que en el punto culmine de la moda victoriana, en 1870, adquiere una cola de sirena con volantes en el bajo.

A comienzos del 1900 la silueta lentamente comenzó a simplificarse y cada vez era más frecuente toparse con conjuntos conformados por blusa y falda, que en algunos casos estaba elaborada en algodón. Hacia el año 1913, los trajes de mañana incluían modelos notablemente más ajustados y estrechos en el área de la rodilla, al igual que sucedía a la altura de los tobillos. Las piezas se vieron renovadas por los aires del diseñador francés aprendiz del modisto Jacques Doucet, en una silueta donde apenas asomaban los pies.

Las maxifaldas perdieron su influencia en las décadas posteriores y su retorno no sucedió hasta finales de los años sesenta, cuando el movimiento hippie estaba en boga y el diseñador Yves Saint Laurent decidió incluirlas en sus colecciones. Y aunque a la diseñadora inglesa se la suele asociar con las minifaldas, también creó modelos de maxifaldas plisadas en 1970, mientras que la casa italiana Missoni se preocupó por incorporar motivos eclécticos y sumamente coloridos en tejido de punto.

En la colección primavera-verano 2018 Valentino se inspiró en la estructura guardainfante.© Pascal Le Segretain En la colección primavera-verano 2018 Valentino se inspiró en la estructura guardainfante.

Sea cual sea tu corte de falda más preciado, verás que éstas tienen una larga tradición en la historia de la moda, con el poder de hacernos viajar en el tiempo hasta los movimientos artísticos más trascendentales de los últimos siglos y ejerciendo un papel indiscutible en el modo de vestir en la actualidad.

Fuente: VOGUE

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