Los antibióticos no sirven para todo. No sirven para bajar la fiebre, ni para curar la mayoría de infecciones respiratorias ni para tratar cualquier dolor. De hecho, sólo sirven para combatir las bacterias y si se usan mal pueden poner en riesgo la salud. Los antibióticos son medicamentos fundamentales para tratar determinadas enfermedades pero su uso indebido está haciendo que poco a poco comiencen a perder eficacia frente a las bacterias para las que se crearon.
España, lamenta María Varela Patiño, miembro del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), “está ya en el quinto lugar en el ranking Europeo de consumo de antibióticos en el ámbito no hospitalario y el uso inadecuado o excesivo de antibióticos provoca 3.000 muertes anuales en España como consecuencia de infecciones resistentes”.
Según datos del Ministerio de Sanidad, “el 90% de los antibióticos se consumen fuera de los hospitales y de ellos, un elevado porcentaje se usa para tratamiento de infecciones respiratorias, la mayoría de las cuales son víricas, por lo que no requieren ni responden a su acción”. Además España “es uno de los países con mayor grado de automedicación, un 30% de los antibióticos se consumen sin receta médica y se usan restos de tratamientos anteriores”, alerta.
Los antibióticos, describe la experta de la SEMG “son los antimicrobianos que actúan sobre las bacterias”, esto es importante conocerlo ya que, como especifica Varela Patiño, “dentro de los antimicrobianos están también los antifúngicos, los antivirales y los antiparasitarios”.
Estos medicamentos, los antibióticos, actúan de dos formas: “Inhibiendo el crecimiento de las bacterias o causando su muerte”, indica la experta. Además, “las familias de antibióticos se clasifican según el lugar de la bacteria donde hagan efecto, es decir, pueden actuar afectando la pared celular, la fabricación de proteínas, impidiendo que las bacterias se multipliquen, bloqueando sus mecanismos de defensa, etc.”.
¿Cómo actúan? Según informa Ana Molinero, farmacéutica y vicepresidenta de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac), “la estructura del antibiótico es la que hace que el fármaco actúe como bactericida o bacteriostático, aunque también influyen otros factores como el tipo de germen sobre el que actúan, la concentración alcanzada en el lugar de la infección, el tamaño del inóculo, la fase de crecimiento en que se encuentra el microorganismo, etc.”. Según esto, “dependiendo de las condiciones, un antibiótico puede actuar como bactericida o bacteriostático”, indica.
Ni fiebre, ni dolor de cabeza, ni malestar
A pesar de las campañas que se realizan desde hace años sobre el buen uso de los antibióticos y de la gran cantidad de información que existe al respecto, la realidad es que se siguen usando mal y se siguen usando para patologías o problemas de salud para los que no sólo no sirven sino que, además, pueden agravar otros problemas y patologías.
Muchas personas siguen pensando que estos medicamentos sirven para todo, cuando sólo están indicados para el “tratamiento de determinadas infecciones bacterianas”. Según esto, “los antibióticos no sirven ni para aliviar la fiebre, ni contra el dolor de cabeza, ni para aliviar el malestar general”, recuerda tajante Varela Patiño. Asimismo, “tampoco sirven para tratar una gripe o un resfriado común, y esto es así porque los antibióticos no actúan sobre los virus”.
El resfriado común, informa Molinero, “es una infección causada por muchos tipos de virus, siendo los de la familia de los rinovirus los más frecuentes, y los antibióticos (antibacterianos) no son eficaces para matar a los virus”.
En el caso de la gripe, “está provocada por los virus influenza de los tipos A y B. Por tanto, al no estar provocada por bacterias los antibióticos tampoco son eficaces para combatirla”, indica Molinero.
En cuanto a las infecciones del oído medio, más frecuentes en niños que en adultos, “pueden estar causadas por virus o por bacterias” aunque “con mucha frecuencia no se necesitan antibióticos para combatirlas, ya que el sistema inmunitario es capaz de combatir la infección por sí mismo”, recuerda Molinero. En estos casos, “lo que se recomienda es que el médico espere a ver si la infección remite en 2-3 días, utilizando paracetamol o ibuprofeno para el tratamiento sintomático del dolor, y si no es así se plantee el uso de antibióticos para combatirla”.
Según lo expuesto por ambas expertas, “la mayoría de las infecciones invernales de nariz, oídos, garganta y pulmones son de origen vírico, por lo que el uso de antibióticos, en ningún caso va a producir una mejoría”. Frente a estos trastornos o enfermedades “el consumo de antibióticos no va a hacer que nos sintamos mejor ni que obtengamos una mejoría en menos tiempo”. Es importante señalar que “todos los procesos tienen un tiempo de resolución”, apunta la responsable de la SEMG.
A pesar de esto, según datos extraídos de un estudio realizado por Sefac dentro del Plan Nacional de Resistencias a Antibióticos, a más de 3.000 usuarios de farmacia comunitaria, “aunque el 79% de los encuestados reconocía que el uso inadecuado de antibióticos podía crear resistencias y que el 65% consideraba que podían dejar de ser efectivos en el futuro, un 25% había presionado al médico para que le prescribiera o al farmacéutico para que le dispensará un antibiótico sin saber exactamente de qué patología se trataba”.
¿Por qué se siguen asociando al tratamiento de cualquier patología?
Como recuerda Molinero, “los antibióticos han sido el mayor descubrimiento médico de la historia de la medicina ya que curan enfermedades que hasta principios del siglo pasado eran mortales”. Antes de su descubrimiento, “el 90% de los niños que padecían una meningitis bacteriana, por ejemplo, morían y los que sobrevivían padecían discapacidades graves, sordera o retraso mental; las infecciones de garganta y otras infecciones como la tuberculosis, neumonía o tosferina, provocaban normalmente la muerte”.
Este hecho, en opinión de la farmacéutica, “puede hacer que muchas personas crean que cualquier patología puede ser curada con antibióticos, aunque, a día de hoy, sepamos que no es así. Asimismo, esto también puede hacer que se demanden antibióticos pensando que la curación va a ser más rápida o incluso que si no se toman no va a haber curación”.
Riesgo mortal
El principal riesgo de tomar de forma inadecuada es la creación de “superbacterias” “resistentes a los antibióticos, lo que es un peligro para la población, ya que los antibióticos pierden eficacia frente a las infecciones, que van a ser difíciles de tratar”, apuntan desde la SEMG.
El uso indiscriminado de antibióticos ha generado el mayor problema médico de la historia: la resistencia a los antibióticos. Esto es importante ponerlo en contexto y es que, como recuerda Molinero “los antibióticos han contribuido de forma significativa al progreso en campos como los trasplantes de órganos sólidos y de progenitores hematopoyéticos, la supervivencia de prematuros e inmunodeprimidos, la cirugía de material protésico y los catéteres vasculares, donde las infecciones son especialmente prevalentes e importantes, la supervivencia en unidades de cuidados intensivos, etc. Si las bacterias se hacen resistentes a los antibióticos en todas estas situaciones estaremos comprometiendo el éxito de las mismas”.
¿En qué se traduce esto? En que “alrededor de 33.000 personas mueren cada año en Europa -unas 3.000 en España- como consecuencia de infecciones resistentes a un problema causado principalmente por el consumo excesivo o inadecuado de antibióticos”.
Según un informe del Gobierno británico, “si la resistencia a los antibióticos y otros antimicrobianos sigue creciendo al ritmo actual, en 2050 morirán más de 10 millones de personas al año en todo el mundo por infecciones que antes se podían tratar”.
Resistencias a los antibióticos
La resistencia a los antibióticos es, como explica Varela Patiño, “el poder de transformación y aprendizaje de las bacterias para evitar el efecto de los antibióticos y que éstos sean inocuos frente a ellas”. A través de mutaciones por selección natural “van quedando aquellas bacterias cuyos sistemas les han permitido sobrevivir frente al ataque de los antibióticos, anulando el efecto de los mismos. Estas bacterias transmiten las mejoras a su descendencia y así sucesivamente originando superbacterias multirresistentes”.
Las infecciones por bacterias multirresistentes, advierte la responsable de la SEMG, “pueden ser graves, mortales y costosas, y pueden ocasionar un retraso en el acceso del paciente a un tratamiento antibiótico eficaz, lo que provoca fracasos del tratamiento, hospitalizaciones más largas y un aumento de la mortalidad”. Además, alerta, “solo algunos de los antibióticos que se encuentran en estudio serán eficaces frente a este tipo de bacterias”.
Esta pérdida de opciones eficaces para el tratamiento y prevención de las infecciones “constituye hoy en día una amenaza mundial y evitarlo está en nuestras manos haciendo un uso responsable de los antibióticos”, concluye.
Fuente: Chismolandia
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